La película, producida por Cordón Films (Micaela Solé, Uruguay), Wanka Cine (Ezequiel Borovinsky, Argentina) y Nephilim Producciones (Jorge Moreno y Luis Collar, España), sigue a Santiago, un cabo de policía argentino que, tras presenciar un hecho indebido, huye a Uruguay perseguido por dos matones. Protagonizada por Sergio Prina, Pilar Gamboa y Daniel Elías, la cinta combina tensión y absurdo en un tono que Hendler describe como “un camuflaje cultural donde los choques provocan situaciones cómicas dentro de una historia extraña”.
El rodaje se realizó en locaciones reales de la frontera uruguaya con Argentina, un desafío logístico para el equipo. “Hasta una semana antes no teníamos permisos para filmar en la aduana y no sabíamos si íbamos a tener que construir un escenario imposible para nuestro presupuesto, rodar de manera ilegal o atrasar la película”, recuerda Hendler. Finalmente, el acceso a las locaciones permitió concretar la idea original.
Para el realizador, la historia parte de lo personal: “Cruzo la frontera entre Uruguay y Argentina con frecuencia y quería contar algo sobre esas diferencias mínimas pero contundentes que provocan angustia e ilusión. Santiago escapa y se camufla con la fantasía de encontrar un mundo mejor, y esa metáfora era el punto de partida”.
El estreno en Venecia marca además un inicio para el cine uruguayo. “Un cabo suelto es una película independiente apoyada en concursos de guion y coproducciones, y estar en este festival nos abre puertas para que encuentre su público. Al final, eso es lo que le da sentido a todo”, comenta Hendler, quien días después presentará en San Sebastián 27 noches, película dirigida para Netflix que inaugurará el certamen.
Más allá de lo personal, el director subraya la importancia de los festivales como espacio de circulación en un ecosistema frágil. “En un contexto incierto, donde la distribución es la parte más débil, los festivales permiten que las películas independientes encuentren su público. Son también puntos de encuentro para la industria, lugares donde se generan diálogos y nuevas oportunidades.”
La presencia de Un cabo suelto en Venecia confirma el crecimiento del cine uruguayo y su vocación de coproducción en la región. “Cada país que se precie de tener su propia cinematografía necesita un pie en la industria y otro en la cultura”, sostiene Hendler, al tiempo que reconoce los desafíos de la exhibición y la necesidad de políticas públicas que garanticen acceso. “La deuda pendiente es la inclusión: que todo el mundo pueda acceder a la cultura. Eso es lo más difícil para países sin industrias hegemónicas, pero hay que seguir intentándolo”.
Con dos estrenos casi consecutivos en escenarios internacionales, Hendler consolida su lugar como realizador en un momento en el que Uruguay se posiciona con fuerza en el mapa de la producción audiovisual latinoamericana.
@Newsline Report 2025