Con una trayectoria que transita entre el prestigio internacional y el éxito comercial, Pineda Ulloa ha construido una filmografía diversa que va de su ópera prima Amor, dolor y viceversa —seleccionada en la competencia oficial de Tribeca— a títulos como There Are No Saints (escrita por Paul Schrader) y su participación en La Habitación, nominada a siete premios Ariel. En entrevista con Newsline Report, el director habla sobre su más reciente proyecto, que llegará a salas a inicios del próximo año.
Una tono emocional que conecta con temas relevantes
La historia sigue a un padre que, tras años de desconexión, intenta reconstruir la relación con sus hijos en medio de una aventura marítima. El director reconoce que la película resonó con algo personal y que quizá conecte con la audiencia.
Ese impulso emocional se ajustó con un momento complejo: el proceso de acompañar a su madre a través de la demencia. “A veces lo único que nos permitía conectar eran las comedias,” recuerda. Por eso la película apuesta por un tono luminoso, con humor y calidez, pero sin perder profundidad. “Todos cargamos algo que no sabemos decir. El cine permite explorar ese silencio emocional mejor que las palabras.”

Una producción desafiante: selva, humedad y cámaras al límite
Rodada en Isla Aguada y Ciudad del Carmen, Campeche, la producción enfrentó condiciones contrastantes: por un lado, un entorno idóneo para la historia; por el otro, un clima que puso a prueba al equipo técnico. “La humedad de la selva obligó a descansar cámaras y, en más de una ocasión, la producción se quedó operando con un solo equipo para evitar daños”, recuerda el director.
Ulloa buscó que todo se sintiera cercano a una familia real. Algunas escenas recurrieron a efectos visuales y herramientas de IA únicamente como refuerzo —animales, detalles de tormenta—, sin desplazar la puesta en escena tradicional. “La IA no sustituye, suma. Es una herramienta, no un reemplazo.”
El trabajo con los niños fue otro reto. Con temperaturas extremas, la producción adaptó horarios y espacios y encontró en Mauricio Ochmann un aliado clave. “Mau fue el mejor padre del mundo en el set. Los amaba, jugaban, parecían una familia real y eso se ve en pantalla.”
Construir una familia antes de filmarla
El casting tomó dos meses y buscó algo más que talento: cohesión real. “Yo quería que se sintieran familia antes de llegar al set”, recuerda el director. El proceso incluyó ensayos, convivencia guiada y juegos para construir vínculos genuinos. El resultado es una dinámica natural que sostiene tanto el humor como la emoción de la película.
Para Pineda Ulloa, Familia a la Deriva funciona también como un recordatorio del valor del tiempo de calidad: “No el tiempo que le sobra al papá, sino el que realmente es para los hijos.”
En un contexto donde las audiencias demandan inmediatez, confía en la fuerza de la emoción. “Aunque nos encanta la dopamina de los likes, la parte emotiva no se pierde. Si te ríes, te diviertes y te toca el corazón, ahí conectas.”
La selva, el mar y la aventura funcionan como un escape sensorial para familias acostumbradas a lo digital. “Para muchos niños, la selva ya es casi ciencia ficción.”
Una película que confía en la audiencia local
Con un impulso positivo para el cine mexicano en 2025, Pineda Ulloa confía en que Familia a la Deriva encontrará primero su hogar natural en la audiencia local.
Pineda concluye con una invitación a ver el estreno en salas el 22 de enero del 2026 “Ojalá la vean, la disfruten, se identifiquen. Si les gusta, recomiéndenla.”

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