Tecnología 24.06.2015 > Argentina

Domingo Simonetta y los 30 años de SVC

Cuando una empresa cumple 30 años, habitualmente planteamos un recorrido de menor a mayor en el devenir de su historia. Aquí nos propusimos recorrer el camino inverso. Del presente al pasado, para mirar el futuro.

Grass Valley es la buena nueva de SVC en su 30 aniversario. ¿Qué requiere y en cuánto cambia el negocio de la compañía?
Como toda gran empresa, requiere que se le preste mucha atención, tener muy buena organización y efectuar inversiones. En cuanto al negocio, para nosotros no representa más que la continuidad de lo que ya veníamos haciendo con Miranda desde hace más de 15 años. En NAB nos encontramos con la misma gente de siempre y con el mismo ambiente general donde nos manejamos todos esos años. Podemos decir que era Miranda con otro logo. Más del 70% de la nueva Grass Valley son los productos de Miranda, que es la base actual de su portfolio de productos. Con la incorporación de GV, se le han sumado los productos de producción y post, con las cámaras LDK, Switchers de Producción, Servidores, más la línea Stratus en el área no lineal. De todos los productos que Miranda tenía en su manual de 500 páginas, no se ha discontinuado ninguno; mientras que del portfolio de la vieja Grass Valley se han discontinuado muchos productos, fundamentalmente toda la sección de infraestructura y matrices, entre otras cosas.
 
¿Trajo conflictos la incorporación de la marca?
No necesariamente deben ser conflictos, más bien hubo una adecuación. En SVC teníamos algunas marcas podían entrar en franca competencia, como cámaras y los servidores. De manera que tuvimos que tomar algunas decisiones muy difíciles, como dejar marcas que fueron un emblema de SVC. Tal el caso de Ikegami, con quienes trabajamos por más de 25 años y nos une una relación más allá de los negocios. Y otras como Nevion, DVS y Axon, donde tengo un profundo respeto por Alfredo Cabrera. Y justamente se han tomado esas decisiones para evitar conflictos y preservar las buenas relaciones, en lo que entiendo como una decisión personal y corporativa muy saludable, aunque hay que reconocer que nos dolió mucho. El mercado es chico y seguramente con algunos de ellos nos vamos a volver a encontrar del mismo lado.
 
Y ahora, ¿de qué manera queda constituida la estructura de la empresa?
En la actualidad, en SVC tenemos cuatro grandes divisiones. La primera de ellas es Audio, que se mueve de forma independiente; la segunda es la División Profesional, con JVC a la cabeza; la tercera es la División IP, que cuenta con gente muy especializada; y la cuarta es la División Broadcast, donde la apuesta pasa por Grass Valley. Por eso hablo de una continuidad de negocios, sin grandes cambios. Esta es una empresa que tiene mucha energía y voluntad de cambio. En este sentido, vale señalar que el 1 de abril pasado –antes de ser designados representantes de GV– incorporamos cinco personas más porque entendimos que era el momento exacto para volver a reinventarnos. Con 30 años de experiencia en el mercado, conociendo a toda la gente y teniendo una excelente reputación, teníamos dos opciones: nos encerrábamos en nosotros mismos o apostábamos por salir a luchar en el mercado que tan bien conocemos. Y eso fue lo que hicimos. Después se dio el caso particular que nos llamaran para ofrecernos nuevamente la marca y como hay mucha energía, aceptamos el desafío, que no era tanto, ya que debíamos seguir haciendo lo que tantos años hicimos con éxito en Miranda, solo que aceptando los profundos cambios en la manera de ver el mercado de Belden.
 
¿Cuál es el capital más importante de SVC hoy en día?
Alguna vez me enseñaron que el mejor capital es la reputación y que hay que cuidarla mucho porque abre todas las puertas. Eso es lo que hemos intentado hacer a lo largo de todos estos años y no tengo dudas que lo hemos conseguido. En cambio, hay otros a los que lo único que le interesa es el negocio, y si ven que algo les sale mal, se olvidan de todas las promesas.  Más de una vez hemos tenido que entregar a pérdida, pero conservamos el cliente. En el balance, predominan los aspectos positivos.
 
No vamos a recrear aquí los inicios de la compañía porque ya lo hemos hecho en otros aniversarios, pero lo invitamos a un ping pong. 
 
¿Qué hitos reconoce en la vida de SVC?
Cuando iniciamos nuestras actividades en 1985, cuando ni siquiera teníamos una PC en el escritorio, pensamos que el futuro era la TV Digital y fue un éxito. Vendimos docenas de un aparato que se llamaba CVI (Computer Video Instrument) que efectuaba efectos digitales, toda una novedad cuando la imagen todavía no tenía movimiento. Y después vinieron los conversores  de normas CEL, una marca que después absorbió Snell. Valían unos US$ 18 mil dólares y vendimos 580 en un año, en la época de oro del cable. En el ínterin, introdujimos el primer sistema de gráfica con animación, el QuantaPaint, que fue adquirido por Canal 13, antes que fuera Artear.
Ya en 1991, con Avid introdujimos la tecnología no lineal y la grabación de video en disco rígido, lo que significó un cambio fundamental en la forma de trabajar en televisión, lo que marcó un antes y un después. Como anécdota recuerdo que las productoras nos amaban y los canales nos combatían; de hecho, en una emisora no se permitía la entrega de comerciales editados en Avid. Decían que la calidad del video no lineal no era buena; por lo que se armaba el comercial en Avid, se lo copiaba a un beta y se entregaba sin problemas.
Como hito, en 1993 el Canal 10 de Córdoba fue el primero del país en salir al aire con tandas comerciales a partir de un disco rígido en Argentina, reemplazando los secuenciadores y las “tortas”. Era tal la diferencia que a los pocos meses también lo hizo el Canal 4 Montevideo y Canal 13 de Asunción, todo un acontecimiento para la época. A los pocos meses, ya eran 18 canales emitiendo sus comerciales y spots desde el AirPlay de Avid, incluyendo a Canal 13 de Buenos Aires y TyC Sports. Y ya pasaron casi 23 años desde entonces.
Otro punto muy importante para la compañía fue en 1993 cuando equipamos a los ya privados Canal 13 y Canal 2 con más de 60 cámaras de estudio Ikegami, una operación gigantesca en su momento. 
 
¿Momentos críticos?
En Argentina hubo muchos y muy variados. Desde lo económico la crisis de 1989 con la hiperinflación y el default de 2001, que fueron decisivos, pero en el medio, hubo muchas más. En lo comercial, el mercado se ha ido modificando constantemente. Al principio, teníamos los canales de aire con una cabeza e identidad propias, donde se podía hablar y negociar con sus propietarios, fundamentalmente en el interior y en los países vecinos. Paralelamente se fue metiendo la industria del cable, una época “casi romántica”. En cada ciudad había uno o dos cables, donde todos crecían e invertían para tener su propia “televisión local”, lo que hacía que el mercado del cable se convirtiera en el más importante, se movían grandes inversiones y el 90% de nuestras operaciones se enfocaron para ese sector. En ambos casos, uno podía llevar ideas, tecnologías, conceptos y se hablaba con los propietarios, quienes tomaban las decisiones. Fue la época personalista. La situación en los cables, se mantuvo hasta aproximadamente 1994, donde de repente -en un año y medio- hubo que cambiar todo el enfoque del negocio, porque la mayor parte fueron vendidos a grupos inversores extranjeros, que se enfocaron en el transporte de la señal y dejaron de lado la producción local. Esto nos obligó a la primera reconversión y en poco tiempo, debimos cambiar muchas cosas. Ya se había dado la privatización de los canales de aire y hubo mucho trabajo, en ese sector. Mientras que en la primera década del 2000 irrumpieron las grandes corporaciones americanas, como Turner y Fox, entre otras. Y la evolución del mercado, nos hizo cambiar otra vez mas todo el enfoque de los negocios, hay que comprender que es una industria muy dinámica y de innovaciones. Ello sin contar con los avances de la tecnología, donde hubo que especializarse cada vez más. El momento más crítico fue el 2001, cuando vivimos la peor de las crisis que conocimos. Y a pesar de haber estado casi diez meses prácticamente sin trabajar, mantuvimos las estructuras y salimos fortalecidos. Por entonces, hubo que adoptar una postura y optar por un camino a seguir. En uno y otro caso, funcionaron.
 
¿Proyectos emblemáticos?
A lo largo de tantos años, hubo muchos y tenemos infinidad de historias para contar, con instalaciones de canales completos tanto en Argentina como en Paraguay y otros países. Pero las mayores satisfacciones las tenemos porque hemos introducido tecnologías que cambiaron completamente la televisión y que fueron hitos en la industria. Uno de los ejemplos, fue el haber introducido el primer sistema de gráfica electrónica, además de la tecnología no lineal. Hoy en día no se puede concebir una estación o una producción de video, cine o audio, que no esté basada en sistemas con discos rígidos. Y nosotros ya lo exhibimos hace casi 25 años, en 1991, cuando trajimos el primer Avid, que además fue un shock para la manera de trabajar de aquel entonces. Inmediatamente fue adoptado por la gente de Producción y fundamentalmente por la industria del cine. En las estaciones de televisión, hubo que esperar algunos años, ya que hubo mucha resistencia a ese cambio de paradigmas. Y estamos hablando solamente de los sistemas de edición, después con la llegada de las redes y almacenamiento central, el cambio fue mucho más profundo.
 
¿Cuándo inició los proyectos dedicados a los países limítrofes? 
Eso fue de entrada y con la primera exposición de Mar del Plata que organizara Alberto González y tuvimos trabajo continuo. Paraguay siempre fue un mercado donde hicimos punta porque desde los inicios tuvimos muy buenas relaciones con su gente, que es muy abierta, a punto tal que siempre nos reciben muy bien. En Uruguay hemos hecho muy lindos trabajos como la migración hacia HD que encaró Montecarlo TV y muchas otras cosas, hasta llegamos a tener una oficina propia en Montevideo.
 
¿Qué le aportó la constitución de CAPER a la industria broadcast argentina?
La constitución de CAPER fue fundamental porque ayudó a poner orden a la industria y las exposiciones, convirtiéndose en un referente al que todos acudimos. Además, porque la Cámara fomentó el respeto entre las empresas, compitiendo a veces muy duro, pero con respeto. Claro que a veces hay nuevos integrantes que no piensan así y quieren tomar a la cámara en provecho propio.
 
¿Qué significa la figura de Norma Trinchitella (su esposa) en la empresa?
Comenzamos juntos y SVC era eso. Ya desde el inicio fue una parte esencial de la empresa, donde no solo me apoyó en todo, sino que dejó de lado su carrera de Socióloga y tomó a su cargo todos los aspectos que tal vez no son visibles, como la administración, las finanzas y los proveedores del exterior. De modo que yo me pude desentender de esa enorme tarea, que ella lleva a la perfección. Para mí es un apoyo fundamental, son más de 30 años que trabajamos juntos y sobre todo, sin conflictos. 
 
¿Cómo evalúa la aparición de Mariano (su hijo) en la vida de SVC?
Es una grata sorpresa, que sinceramente no lo esperaba tan pronto. A veces, los hijos quieren diferenciarse y tomar otros rumbos, pero a Mariano le gusta lo que hace, lo veo muy concentrado, totalmente metido con su trabajo y con una energía tremenda. Su incorporación marca el principio de un recambio generacional en SVC, donde la intención es que los nuevos integrantes tengan un promedio de edad que gire en torno a los 30 años. De ellos es el futuro.
 
¿A qué personajes de la industria televisión reconoce como innovadores?
Me quedo en primer lugar con Alberto González, a quien siempre admiré como persona y como empresario, y después con Alejandro Romay. No hay que dejar de mencionar los referentes de la televisión en cada provincia y de los países limítrofes, con quienes me ha unido una muy buena relación. Era otro concepto de la televisión.
 
¿A qué ejecutivos de marcas aprendió a valorar, tanto a nivel profesional como personal?
Indudablemente a muchos y en diferentes épocas, pero fundamentalmente a tipos nobles como Néstor Schpaliansky, Oscar Vaca y Edel García. Son gente que aprecio porque tienen sus códigos y se puede confiar en ellos. En ese sentido, las nuevas corrientes están trayendo otro tipo de personas, donde lo único importante que vale es el negocio a cualquier costo y basado en ello, todo vale. Es una visión de poco alcance, porque los más grandes y mejores negocios los hemos hecho con la gente en la que más confiamos.
 
Del personal que pasó por la empresa en estos 30 años, ¿quién es el máximo referente?
Pasó mucha gente valiosa y de las otras también, pero hasta hoy, sin duda el máximo referente fue Héctor Díaz, que además de sus valores personales y profesionales, una de las cosas que más le reconozco es tuvo la vivencia de haberse caído y eso lo ayudó a apreciar lo que hacía y lo que tenía. Cuando se retiró de SVC, fue un golpe duro y hasta algunos perdieron el rumbo.
 
¿Cuál es será la gran problemática de la industria en un futuro no tan lejano?
Pienso que cada vez será difícil que sobrevivan los operadores chicos. Los propietarios de las redes van a exigir más y mejores contenidos y manejarán el negocio. Se abrirá un mercado muy grande para las productoras de contenidos, pero la forma en que se distribuirán será otra historia. La tecnología actual permite el acceso a cada vez mayor cantidad de gente, y eso permite la aparición de talentos y cada vez mejores contenidos. Además que la industria del cine cada vez es más electrónica y más cercana a la televisión, que es una escuela diferente, pero en algún momento llegarán a ser una. Los medios de producción ya son prácticamente los mismos.
 
¿El mayor desafío para SVC de aquí a diez años? 
En tecnología de punta, el desafío es siempre una constante. Es el mismo desafío que cuando empezamos con SVC hace 30 años, una constante evolución, a veces demasiado rápida y dentro de diez años es seguro que el mercado ya no será el mismo. Hoy tal vez el futuro pase por los OTT y por el lado de las redes, pero nadie sabe lo que puede aparecer en el medio. Salvo los eventos en vivo, los canales van a ser una gran red informática; especialmente en términos de distribución domiciliaria, donde habrá que superar obstáculos y consensuar regulaciones. La audiencia es on-demand y esa es una tendencia que se profundizará más y más. De cara al futuro, habrá que estar atentos y tener la capacidad de adaptarse a los tiempos. Pero en realidad esa es una tarea de nuestros sucesores, que sabrán tener el pulso para hacerlo. Como nosotros lo hicimos antes.
 
¿Qué impronta cree que tiene como conductor de la empresa?
Creo que lo más importante es estar en movimiento constante, siempre alerta. No creerse que uno ya lo sabe todo y encima, que lo maneja, Todo el tiempo hay que hacer ajustes en el rumbo de la nave. 
En esta actividad, siempre hay que tener los ojos bien abiertos, las orejas bien paradas y el olfato atento. Hay que saber escuchar, percibir el ambiente, razonar y tomar decisiones. Y eso se hace todo el tiempo, cada día, cada hora, cada segundo. En definitiva, tener una presencia activa.
 
¿Y para cerrar? 
Tenemos la fortuna de hacer lo que nos gusta, es lo que siempre quisimos hacer y tratamos de hacerlo con responsabilidad. Vamos a seguir adelante, renovados y con mucho entusiasmo. En estos 30 años hemos hecho mucho y queda mucho por hacer, pero tenemos gente muy joven que se encargará de ello. No tenemos ninguna intención de dedicarnos a otra cosa, es nuestra vida.
 
© Newsline Report 2015
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